La actriz mexicana Michelle Rodríguez es portada de la más reciente edición de la revista de moda Marie Claire, con un mensaje de amor propio y una sesión de fotos espectacular. Muchas personas celebraron y elogiaron a la actriz, sin embargo, en las redes sociales una gran cantidad de personas comentaron negativa y violentamente su físico. En respuesta publicó un video en el que decía: “La gordofobia es algo que existe y que en nuestro país no tenemos ni la más mínima discusión. Aprovecho para hablar de esto porque así como hubo muchas personas que se tomaron el tiempo para hacer comentarios positivos, hubo muchas personas que se tomaron el tiempo para tener grandes discusiones que restan valor al trabajo de todo el equipo. [de la revista] y se refieren a mi con adjetivos muy feos. Dicen que no me veo bien y que estoy gorda y que esto no debería pasar, que estamos romantizando la obesidad, eso es asqueroso, que por estar en una revista así me veo como verme a mí mismo.” La lamentable situación que le ha tocado vivir a Michelle Rodríguez disecciona de cerca la anatomía de la gordofobia, cómo se cruza con el género, el racismo y, en este caso en particular, con las muy problemáticas exigencias que el mercado pone a las actrices.
Comencemos con el plan general antes de pasar a lo particular. La gordofobia es discriminación, comentarios negativos, burlas, intimidación y la violencia que alguien recibe por tener un cuerpo grande. Un cuerpo gordo tendríamos que decir sin sonar despectivo. Hay muchas maneras de nombrarlo, como con curvas, talla grande, XL, pero la palabra gorda es la más común. Y como la moneda de uso cotidiano que revela el valor que tiene: una palabra cargada de connotaciones negativas, como cuando se dice coloquialmente “me gusta fulano”. La sola palabra “gordo” ya es un insulto en sí mismo. La gordofobia también es, por supuesto, un fenómeno que tiene mucho que ver con el contexto social, patriarcal y económico que suscita odio y fobia contra cuerpos que no forman parte de la norma o los cánones de belleza. Hasta el momento, la gordofobia no es un problema exclusivo de género, sin embargo, se agrava cuando se cruza por género. Porque ¿quién recibe más comentarios sobre lo que debe hacer con su cuerpo en un territorio donde las mujeres aún no podemos decidir libremente sobre nuestro cuerpo? Donde el aborto no esté despenalizado en todo el país. Una mujer necesariamente recibirá más comentarios en este contexto sobre lo que debe o no debe hacer con su cuerpo porque el género y la gordofobia se agudizan, son parte de un mismo problema. Por ejemplo, de 10 casos de bulimia y anorexia, 9 los padecen mujeres, lo que muestra un ejemplo de cómo la gordofobia es peor cuando se cruza con el género. Todos estos pliegues tiene el caso de Michelle Rodríguez, una mujer gorda y morena en un país racista que además es actriz y se atreve a posar en topless en la portada de una revista. Ojo con el internet porque está roto.
Vayamos al tema de las actrices. Todo lo que se les exige: deben ser hermosas, deben ser siempre jóvenes porque si tienen más de 35-40 años, ¿qué roles les esperan? Si quieren ser protagonistas, lo más habitual es que sean jóvenes, guapas siguiendo unos estándares patriarcales que parecen ser las especificaciones de un café Starbucks cada vez más imposible, cada vez más alejadas de lo que es un café de la mañana, como la que se puede llevar aquí, allá oa todas partes. ¿A qué papeles puede aspirar una actriz que tiene entre 40 y 50 años? ¿Ser la madre de la joven protagonista? Y en tiempos en los que se requiere que la ficción sea lo más parecido a la realidad para ser válida, peor. Porque entonces una actriz tiene que estar lo más cerca posible del papel que interpreta, no hay lugar para que actúe algo que no es. Es decir, hay menos espacio para la ficción, para el arte que conlleva la interpretación, y hay más avidez por la realidad. El mercado y las plataformas exigen lo mismo que el patriarcado: actrices guapas, flacas, blancas, y que no sean lesbianas, Dios no lo quiera. El caso de Michelle Rodríguez muestra las capas del asunto con toda su complejidad: una persona que –ah, caramba, quién pensaría en nacer– es mujer; seguida de una mujer que es gorda –¿qué? ¿Será que está romantizando la obesidad por tener el cuerpo que tiene? Oye, ¿y ella no estará enferma? que además de mujer es gorda y morena, pero ¿cómo llegó ahí a los escenarios, a las pantallas con ese común apellido? Pues ni hablar, ¿y qué papeles puede hacer cuando tiene la edad que tiene, siendo gorda y morena? y como si fuera la guinda de un pastel con demasiadas calorías, esa tragedia de las tragedias de las mujeres, ella es una comediante -no, pues ¡cómo nos quiere hacer reír! Y para colmo, aparece en ropa interior en una revista de moda. Espera para continuar.
El problema de la gordofobia entre géneros es muy grande porque está en todas partes. En las tiendas de ropa, por ejemplo. En los llamados tamaños más en tiendas de ropa de gran producción y coste asequible como Zara y H&M (en alta costura, ni que decir tiene, no suelen aparecer en pasarelas ni en sus líneas). Ropa más Suele ser una réplica de las tallas estándar y muchas veces estas versiones ampliadas pueden no verse bien, no se ven tan sexys o parecen telas sobrantes más que un modelo diseñado para cuerpos que no forman parte de ese estándar. En Instagram, por ejemplo, lo vemos todo el tiempo. Hace unos años, Facebook, propietaria de la aplicación, eliminó algunos filtros que perjudicaban la salud mental. Simularon cirugías o tratamientos estéticos, como filtros que desaparecen arrugas, ensanchan los labios, afinan la nariz, blanquean la piel, etc. Con filtros y sin filtros, las publicaciones más comunes son selfies. Y es que desde 2017, un estudio de la Royal Society señalaba que Instagram es una de las redes sociales que peor impacto tiene en la salud mental. Ese lugar virtual -por suerte no utópico- en el que todos somos felices, guapos, flacos, fuertes y todos estamos haciendo algo que nos gustaría estar haciendo. Ahí estamos mirándolos con la pantalla iluminándonos la cara, gustando todo lo que no somos cuando se nos desliza el teléfono por la cara. Estos factores en el contexto hacen que la gordofobia sea más delicada porque exacerban las repercusiones en la salud mental de los organismos no regulados. Michelle Rodríguez menciona en su respuesta a los ataques que hacen que muchas personas pierdan la vida por una situación como la que le pasó a ella. Tiene razón, la tercera causa de muerte entre menores y jóvenes (entre 10 y 24 años, según el Inegi), es el suicidio. Los ataques a las redes sociales juegan un papel muy importante en este sentido.
Como mujeres, crecemos escuchando comentarios sobre nuestros cuerpos. Todo el tiempo. Si eres demasiado gordo, si eres demasiado flaco, si eres demasiado bajo, si eres demasiado viejo para hacer esto o aquello. Demasiado algo siempre. A la edad de seis años, una niña ya sabe que debe ser delgada y sabe que está mal ser diferente de la norma. Una portada como la de Michelle Rodríguez para la revista Marie Claire no es sólo un ejemplo para las chicas que ojalá la vean en la cola del supermercado, en los puestos de revistas o en casa y puedan soñar que sus cuerpos, sean los que sean, son capaces de ser amado, admirado y deseado.
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