Cárteles: El terror de México es juzgado en EU como si no fuera con ellos | Opinión

En las últimas semanas nos hemos vuelto a encontrar o saber más sobre una serie de lúgubres personajes mexicanos: desde El Grande, cuyo nombre es Sergio Villarreal y lo apodan así porque mide más de dos metros; fue policía hasta convertirse en policía corrupto… y luego capo del Cártel de los Beltrán Leyva cuando estos hermanos eran aliados del Cártel de Sinaloa. o de Jugador de fútbol, cuyo nombre es Tirso Martínez y es apodado así porque era dueño de cuatro equipos de fútbol profesional en México… cuando estaba a cargo del Cártel de Sinaloa para traficar drogas por tren entre México y Estados Unidos. Sabemos más de Israel Ávila, quien se presentó como agente inmobiliario hasta convertirse en lugarteniente, eso sí, del Cártel de Sinaloa. O escuchamos de Conejo, como apodan a Harold Poveda, que en su “mansión de fantasía” tenía leones, un chimpancé o un gato persa “espectacular” y blanco “como la cocaína”. A todos los hemos escuchado y sabemos más porque Genaro García Luna testifica contra quien fue jefe de seguridad de México durante el mandato de Felipe Calderón, el presidente que lanzó lo que se conoció como la guerra contra el narcotráfico. Y todo sucede en un juzgado de Brooklyn, Nueva York. De nuevo, como pasó con Joaquín El Chapo GuzmánEs en Estados Unidos donde se radiografia el terror grotesco y mexicano.

No hay día que, al sur del Río Bravo, el presidente Andrés Manuel López Obrador no le dedique un espacio en su Mañanera, la rueda de prensa de casi tres horas que da diariamente a partir de las siete de la mañana, a García Luna. ; Tampoco es hora de que no aparezca un tuit, un hilo, una bronca en las redes sociales sobre las consecuencias que todo lo que se diga debe tener, no solo en García Luna sino en su ex jefe, Felipe Calderón. Lo sabemos todo y lo comentamos gracias a los periodistas que están cubriendo el juicio, porque si no fuera por sus crónicas no nos enteraríamos ya que no se emite. Periodistas que, eh, la mayoría, si no todos, son mexicanos, como Elías Camhaji, reportero de EL PAÍS, que ha estado cubriendo con atención el juicio desde el primer día.

Muchas veces le preguntamos a Elías qué se está diciendo en los medios estadounidenses sobre un juicio que, a pesar de la redundancia, dice mucho de México, pero también de su país vecino. La respuesta suele ser prácticamente la misma: “Nada”. Ni en los noticieros, ni en la radio, ni en los diarios más importantes de Estados Unidos trasciende el juicio contra el exjefe de seguridad en México. Como si la droga que trafican esos narcos que detallan cómo operaban el último gramo no terminara consumiéndose en el norte de México o las armas con las que enfrentan a las autoridades no vinieran de Estados Unidos. La frontera entre el curioso y el cínico se vuelve, en este caso, tan porosa como los miles de kilómetros que separan a ambos países.

Al menos, que no es poco, es la justicia estadounidense la que está haciendo el trabajo que se esperaría que hicieran las autoridades mexicanas. Nueva York se ha convertido en el confesionario de narcotraficantes, pero también en el espejo en el que todo un país se mira, escuchando cómo el jefe de seguridad supuestamente forjaba alianzas con la delincuencia. Un daño que, más allá de la sentencia, profundizará la desconfianza en las autoridades e instituciones. Frente al confesionario, México va a tener que sentarse en el diván y repensar cómo enfrentar este flagelo y por qué sigue siendo incapaz de juzgarlo con su sistema, en su país.

By Confidencial de México

You May Also Like