Diecisiete años después, el Banco Central de Japón ha decidido este martes subir los tipos de interés de referencia a corto plazo hasta el 0,1%, dando un vuelco a una política monetaria que se mantenía de forma casi crónica en terreno negativo con la intención de reflotar una economía anquilosada. A medida que el país deja atrás la deflación, y ante la perspectiva de una recuperación “moderada”, la autoridad bancaria ha optado por un golpe de timón que subirá los costes de endeudamiento. El de Japón era el último de los bancos centrales del globo que mantenía tasas negativas, lo que pone el punto final a una época en la que los responsables políticos de todo el planeta trataron de empujar el crecimiento mediante dinero barato y heterodoxia monetaria.
“En la reunión de política monetaria celebrada [este martes], el Consejo de Política Monetaria del Banco de Japón evaluó el círculo virtuoso entre salarios y precios, y consideró que se vislumbraba que el objetivo de estabilidad de precios del 2% se alcanzaría de forma sostenible y estable”, justifica el organismo en un documento publicado tras tomar la decisión, que no ha sido unánime (siete a dos).
Esta medida simbólica indica que la institución financiera, considerada de tendencia pesimista, camina hacia una normalización de su política monetaria, que los analistas aún prevén lenta: el propio banco ya indica en su comunicado que dadas las “actuales perspectivas de la actividad económica y los precios […] las condiciones financieras acomodaticias se mantendrán por el momento”.
La medida supone que el Banco “fomentará” que la tasa a corto plazo se mantenga en un rango de entre el 0% y el 0,1%. Desde 2016, había fijado los tipos en el -0,1%, lo que convertía en menos atractivo para las instituciones financieras dejar un exceso de fondos en el Banco Central e incitaba a los bancos comerciales a aumentar los préstamos y la inversión para reflotar la economía.
Japón perdió en febrero de este año la medalla de bronce de las mayores economías mundiales, al ser superado por Alemania, después de caer de manera inesperada en recesión técnica. Aunque la economía del archipiélago asiático creció un 1,9% en 2023, el producto interior bruto (PIB) del cuarto trimestre experimentó un retroceso anualizado del 0,4%, que se sumó al desplome del 3,3% registrado en el tercer trimestre. El bache se achaca sobre todo a la fuerte devaluación que ha sufrido el yen frente al dólar en los últimos años: en 2022 y 2023, la divisa nipona se ha depreciado más de un 18% respecto a la estadounidense.
El Banco Central considera en cualquier caso que la economía de Japón se ha recuperado “moderadamente”, aunque persiste “alguna debilidad”. La inflación subió hasta el 3,1% el año pasado, la mayor escalada desde 1982, debido al incremento de los precios de los alimentos y la debilidad del yen. Y el paso se ha dado tras los vientos de cambio que ya anunciaba el histórico pacto de aumento salarial medio del 5,28% ofrecido provisionalmente por las empresas japonesas a los trabajadores durante las negociaciones laborales de este año. Se trata también de la mayor subida registrada en más de tres décadas, tal y como recoge la agencia nipona Kyodo.
La institución pronostica que la recuperación económica “moderada” seguirá, gracias a factores como la materialización de una demanda “reprimida”. Aun así, también prevé presiones a la baja derivadas de la ralentización del ritmo de recuperación del resto del globo.
“La relajación monetaria sin precedentes ha terminado”, ha asegurado Kazuo Ueda, gobernador del Banco, en una comparecencia en la que ha explicado la decisión. En ella, ha indicado que eventuales nuevas subidas de tipos dependerán de cómo evolucionen la situación económica y los precios, pero es poco probable que se produzcan aumentos agresivos con el entorno actual, ha matizado.
“El Banco de Japón ha dado hoy su primer paso hacia la normalización de su política monetaria”, ha asegurado Frederic Neumann, economista jefe para Asia de HSBC en Hong Kong, según Reuters. “La eliminación de los tipos de interés negativos, en particular, señala la confianza del [Banco] en que Japón ha salido de las garras de la deflación”. El Banco Central ha acompañado la medida de otras encaminadas en el mismo sentido, como la eliminación del control de la curva de rendimientos, una política vigente desde 2016 que limitaba los tipos de interés a largo plazo en torno a cero, aunque aseguró que seguirá comprando “prácticamente la misma cantidad” de deuda pública que antes e incrementará las adquisiciones en caso de que los rendimientos aumenten rápidamente.
Uno de los votos en contra del órgano de gobierno, el de Noguchi Asahi, sugirió que debería evitarse poner fin simultáneamente al marco de control de la curva de rendimientos y a la política de tipos de interés negativos. “El Banco debería evaluar más detenidamente si el ciclo virtuoso entre salarios y precios se ha consolidado y evitar el riesgo de provocar cambios discontinuos en las condiciones financieras”, expresó, según recoge el documento el comunicado de la institución.
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