El escritor mexicano Carlos Pérez Sámano afirma haber encontrado la tumba del poeta mexicano Gilberto Owen en Estados Unidos. El supuesto hallazgo ha llamado la atención de la prensa e intelectuales mexicanos, quienes ven una oportunidad para rescatar del olvido a una de las figuras más importantes de la poesía mexicana. En los polvorientos archivos físicos del cementerio Santa Cruz, ubicado en las afueras de Filadelfia, Pérez Sámano asegura haber encontrado pruebas de que los restos del bardo, fallecido en 1952, reposan en el lote 29 de la sección 51 del enorme cementerio estadounidense. Aunque no hay certeza de que en esa tumba abandonada, que no contiene una placa que confirme que allí yace el poeta mexicano, la noticia ha generado júbilo entre escritores y artistas de Sinaloa, donde nació Owen, quienes formaron este miércoles un comité para presionar a las autoridades del Estado y del Gobierno Federal para que repatríen los restos del bardo y promuevan la lectura de su obra, que al igual que la tumba recién encontrada, se encuentra en mal estado. “Lo que me parece importante es el gran contraste entre la actualidad del poeta y el olvido de su cuerpo”, dice Pérez Sámano.
El escritor mexicano llevaba muchos años tras la pista de la tumba del poeta. Había leído la obra de Owen y conocía la obstinación de varios intelectuales sinaloenses por encontrar los restos del poeta, completamente perdido y olvidado durante décadas. Pérez Sámano emigró a Estados Unidos a raíz de una relación amorosa y se quedó a vivir allí, donde trabajaba como obrero de la construcción para ganarse la vida. Posteriormente lograría una residencia artística en la Universidad de Pensilvania, pero en sus ratos libres, durante los seis años que vivió en Filadelfia, se entregó a la búsqueda de la tumba de Gilbert Owen.
El poeta Owen, mexicano de padre irlandés, nació en El Rosario, una diminuta ciudad de apenas 16.000 habitantes en el norteño estado de Sinaloa, el 13 de mayo de 1904. Fue un autor de vanguardia, miembro de una de las generaciones de oro de la poesía mexicana. , los denominados Contemporáneos, junto a otros nombres de peso como Salvador Novó, Xavier Villaurrutia o Jorge Cuesta. Es autor de media docena de libros de poesía y novela, que le han valido un gran reconocimiento entre la intelectualidad latinoamericana. Su obra maestra es perseo derrotado, publicado en 1948, que narra en tres partes el dolor de un hombre enamorado y la búsqueda de la redención a través de la poesía. Owen también fue diplomático y trabajó en 1928 en Nueva York, donde conoció al poeta español Federico García Lorca. El bardo estuvo en Perú, Canadá y vivió y trabajó en las ciudades estadounidenses de Detroit y Filadelfia, donde murió en 1952. Con el tiempo sus restos cayeron en el olvido, que todo lo destruye, como cantaría Gardel.
Y también como Gardel, el escritor Carlos Pérez Sámano mantuvo escondida la humilde esperanza de encontrar los huesos del poeta. “Empezó por curiosidad, por un nivel de identificación con la historia. Cuando leí que no se sabía dónde estaba enterrado, pensé cómo es posible que se pueda leer la obra de Owen, pero nadie sabe dónde está”, explica Pérez Sámano. “Me dije: no quiero terminar así, como un olvidado en un cementerio”, agrega. Así que comenzó la búsqueda desde que llegó a Pensilvania. “Iba a diferentes cementerios y revisaba los nombres en las tumbas mientras paseaba a mi perro. No tenía idea de dónde estaba enterrado. Después leí que fue en Santa Cruz, que es un cementerio enorme. Fui a buscar allí, aunque sin éxito”, dice el escritor.
Casi decepcionado por sus fallos en la búsqueda, Pérez Sámano estuvo a punto de tirar la toalla. Ya estaba listo para regresar a México, porque su visa se estaba acabando, cuando un amigo le dijo que no se rindiera. Buscó información a través de una página de Internet creada para encontrar tumbas y encontró una parcela en el cementerio de Filadelfia, aunque cuando llegó al lugar la tumba pertenecía a otra persona. “Ese día, de pura casualidad, pasó por donde estábamos junto a un sepulturero en una camioneta. Él fue quien me dijo que en las oficinas del cementerio tenían un registro de todas las tumbas”, narra Pérez Sámano. Un administrador del cementerio les dijo que tenían los registros digitalizados de los ocupantes del cementerio, y que si le daba las fechas de nacimiento y muerte de Owen, podría ayudarlo. La búsqueda digital no arrojó nada. Así que tuvieron que ir a la vieja escuela: los polvorientos archivos físicos. ¡Y había un Gilberto Owen! La mujer encontró el lugar exacto y un sepulturero los llevó al lote 29 de la sección 51 del enorme cementerio. “La tumba no estaba identificada, no tiene lápida, pero todo tenía sentido para mí: el hecho de que se desconociera el paradero de Owen es porque su tumba no tiene identificación”, explica.
Pérez Sámano hizo público su hallazgo unos días después a través de su cuenta personal de Twitter y la noticia corrió por Internet, hasta que periodistas y medios de comunicación la buscaron, así como escritores mexicanos. Dice que quiere ponerse en contacto con la familia, para animarlos a hacer un reconocimiento de la tumba y poner una lápida decente en los restos olvidados de Owen. Un editor español le pasó los correos de dos de los hijos del poeta y les escribió, pero una semana después no ha recibido respuesta. Tampoco este periódico recibió respuesta a la consulta realizada a través de los mismos correos electrónicos. Pérez Sámano también se comunicó con las autoridades del consulado de México en Filadelfia, quienes, dice, estaban abiertos a hacer algo para rescatar los restos, aunque reconocen que no tienen presupuesto para este tipo de equipos. “El objetivo para mí es recuperar la memoria de este poeta. Sácalo del olvido Y que también rindamos homenaje a su cuerpo”, dice la escritora, autora del libro Crónica de viaje. África sueña con largas sombras y los poemas ella dijo ser mi esposa.
Aunque queda por confirmar que la tumba hallada en Filadelfia sea la de Owen, el hallazgo de Pérez Sámano ha emocionado a los intelectuales de Sinaloa, su estado natal. Un grupo de cronistas y artistas ha creado este miércoles una comisión para exigir a las autoridades la repatriación de los restos del bardo. Al frente del comité se encuentra Miguel Ángel Ramírez, delegado del Instituto Sinaloense de Cultura en la zona sur de Sinaloa y director del Museo de Arte de Mazatlán, quien afirma que han hecho una lista de autoridades a quienes buscarán, comenzando por El presidente Andrés Manuel López Obrador, el canciller Marcelo Ebrard y el cónsul de México en Filadelfia. “No estamos completamente seguros de que sean sus restos, pero uno de sus familiares aseguró que lo eran. Sus hijos no están tan interesados en tomar acción, pero estarían dispuestos a apoyar lo que podamos hacer desde Sinaloa para rescatar esos restos, que tienen un enorme valor simbólico, porque es rescatar la memoria de uno de los escritores más importantes de nuestro país”, dice Ramírez. Afirma que una poeta del comité, Julia Montero, pudo ponerse en contacto con los familiares de Owen.
No es la primera vez que intelectuales sinaloenses se interesan por lo que queda del cuerpo del poeta. En 2009 se había hecho un primer intento por encontrar sus retos y expatriarlos, aunque sin éxito. “Es uno de los grandes poetas que ha producido Sinaloa, aunque buena parte de su vida transcurrió fuera del Estado. Creo que Ebrard nos puede echar una mano, porque Owen era diplomático”, explica Ramírez. La esperanza de él y del grupo de intelectuales es poder hacer que Owen regrese a casa, aunque está por ver si las autoridades mexicanas están dispuestas. hacer todo el trabajo para establecer si la tumba de Filadelfia y los restos que resguarda son los del bardo mexicano.”Es un personaje que hay que rescatar. Ha habido poco interés en rescatar su figura, su imagen, y estamos comprometidos, es el reto que tenemos”, dice el ilusionado Ramírez.
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