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Más acción, más ambición climática: un llamado del sur global | Opinión

porConfidencial de México

Jul 19, 2023
Más acción, más ambición climática: un llamado del sur global |  Opinión

En la lucha contra el cambio climático no hay lugar para la complacencia. No basta con anunciar que “todavía no es tarde para frenar el calentamiento global”, cuando los esfuerzos realizados hasta ahora han sido insuficientes y la casa está literalmente en llamas. Pronto, podría estar en cenizas. La humanidad se enfrenta al mayor desafío sistémico que definirá su existencia, dadas las tensiones actuales de mayor consumo de energía, aumento de las temperaturas y crecientes desastres naturales.

El conocimiento acumulado sobre este fenómeno, sumado a los desarrollos de la ciencia y la tecnología, nos brindan herramientas fundamentales y nos posicionan en un lugar inmejorable, para brindar -en el marco de nuestras instituciones democráticas- soluciones viables y efectivas que se adapten a las necesidades locales. Las decisiones que se tomen serán fundamentales para corregir el rumbo y brindar nuevas oportunidades a las generaciones futuras.

Por ello, es urgente actuar con rapidez y precipitar la acción climática para reducir las emisiones, con el fin de limitar el aumento de la temperatura global a 1,5 °C, y aumentar las inversiones en adaptación y resiliencia, especialmente en los países y poblaciones más vulnerables. Esta es una tarea que corresponde no solo a los gobiernos sino a todo el espectro de la sociedad, el sector privado, la comunidad internacional y los bancos multilaterales.

Los hechos lo dicen todo y se complican con la llegada del fenómeno de El Niño que contribuirá a nuevas olas de calor. De hecho, el planeta rompió dos récords mundiales en un abrir y cerrar de ojos. La temperatura media diaria en la Tierra superó los 17 °C en julio de 2023 y el calentamiento del Atlántico Norte ha alcanzado dimensiones sin precedentes.

A nivel económico, las proyecciones hacia el 2100 indican que el producto bruto mundial tendrá una reducción del 23% frente a un escenario sin los efectos del cambio climático. Y si no se toman medidas correctivas, en 2050 el producto bruto mundial sería un 11% inferior, según el Emerging Markets Forum (Envisioning 2060).

Ante este panorama, los expertos consideran que hemos entrado en “territorio inexplorado”, una zona gris inexplorada y de dimensiones aún no imaginadas en el sentido literal de la palabra, debido a las condiciones excepcionalmente adversas en las que viviremos.

Informes del IPCC y la OMM

Informes y datos recientes del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC) y la Organización Meteorológica Mundial (OMM) alertan, aunque abren la puerta a una acción inmediata. ¿Cuáles son los principales hallazgos?

  1. La temperatura media mundial durante los últimos 8 años es la más alta, según registros instrumentales desde 1850.
  2. Las concentraciones de los tres principales gases de efecto invernadero (dióxido de carbono, metano y óxido nitroso) alcanzaron los niveles más agudos.
  3. Los glaciares han perdido un espesor acumulado de 30 metros desde 1970.
  4. El hielo marino antártico disminuyó a los niveles más bajos registrados.
  5. El nivel medio global del mar alcanzó un nuevo récord desde que hay registros disponibles (1993-2022).
  6. La acidificación de los océanos se encuentra actualmente en su nivel más bajo en al menos 26 000 años, lo que representa una amenaza para los organismos y servicios de los ecosistemas.

Ambos documentos coinciden en las consecuencias socioeconómicas y ambientales inmediatas de este escenario: sequías y lluvias que causan estragos, olas de calor, inseguridad alimentaria e hídrica, desplazamiento humano, destrucción de ecosistemas, pandemias, conflictos, entre otros.

Cambio climático: una prioridad a pesar de la inacción de algunos

A pesar de la amenaza, algunos aún ignoran la prioridad que merece el cambio climático y se mantienen pasivos. Ciertos países están decididos a no tomar medidas firmes y rápidas. Otros, deliberadamente y dando un salto al vacío, posponen los plazos de reducción de emisiones de gases, a pesar de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, su Protocolo de Kioto y el Acuerdo de París.

Aquí debemos ser enfáticos y elocuentes: la lucha eficaz contra el cambio climático requiere inexorablemente de la aplicación del principio de corresponsabilidad. Este es un problema global que requiere el compromiso de todos -sin excepción- y soluciones globales. Pero además, debe complementarse con los criterios de justicia ambiental. Todos han de prevenir y reparar los efectos y daños causados, en forma proporcional y sin dilación. A nivel internacional, el interés colectivo debe estar por encima del individual, que a veces se encubre -de manera perversa- bajo el llamado “derecho al desarrollo”.

Por lo tanto, se requieren respuestas de política pública efectivas y equitativas y una gran cooperación internacional frente a la adaptación al cambio climático, la pérdida y degradación acelerada de la biodiversidad, el colapso de los ecosistemas y el aumento significativo de las emisiones de carbono. Asimismo, mecanismos financieros innovadores que promuevan el financiamiento climático.

Mención especial merece la interrelación entre cambio climático y pobreza. Es necesario realizar esfuerzos simultáneos y complementarios en ambas direcciones para reducir sus efectos. El Banco Interamericano de Desarrollo (BID) estima que en los próximos 10 años el cambio climático podría hundir a 100 millones de personas en la pobreza en todo el mundo. El cambio climático no mitigado tiene efectos negativos sobre el crecimiento económico y la desigualdad.

Una voz del Sur Global

Frente a la acción climática, el Sur Global debe ir más allá de las posiciones tradicionales de búsqueda de reparaciones desde una perspectiva “ética” e “histórica”, que solo han llevado a la frustración y reclamos por la falta de resultados y responsabilidad.

Hoy, las economías emergentes tienen el imperativo de construir consensos, buscar una relación de igual a igual, trascender la obsesión por la dinámica entre donantes y receptores, así como establecer un “fondo de pérdidas y daños”. Sus eventuales recursos generan más interrogantes que certezas y su distribución sería objeto de un complejo ejercicio de economía política.

Es necesario, entonces, mirar al horizonte con la convicción de la importancia y necesidad de crear mecanismos creíbles, innovadores y operativos en torno a la conservación, así como a la mitigación y la adaptación. Un buen ejemplo son los esquemas de conversión de deuda por naturaleza, como recientemente completó Ecuador en beneficio de las Islas Galápagos, por USD 450 millones.

El desafío es el desarrollo de políticas de transición verde y justa y desarrollo productivo que permitan redefinir y construir un modelo para la región, con el fin de descarbonizar y diversificar nuestras economías. Además, es necesario crear agendas proactivas y constructivas que proporcionen un marco no solo para el apoyo financiero, sino también para el desarrollo técnico y de capacidades.

Debemos pasar de la retórica de las Conferencias de los Estados Parte (COP) a la acción efectiva y acelerar la transición hacia las energías verdes, evitar la fragmentación y el déficit de recursos naturales como el agua, cuya escasez está afectando a más de 3.000 millones de personas.

En este escenario, América Latina tiene el potencial de convertirse en una región de solución. Debe apelar al pragmatismo ya la construcción de una visión de largo plazo. Su riqueza natural es inigualable por su biodiversidad (60% del planeta), la Amazonía (5,5 millones de kilómetros cuadrados), la posesión de bosques primarios (50% del mundo), las reservas mundiales de agua dulce (30%), el potencial de la matriz energética (una de las más limpias del mundo), las fuentes renovables y el hidrógeno verde (13 proyectos operativos y 70 en desarrollo), entre otros.

La región, junto con sus instituciones financieras de desarrollo, debe tener una voz más activa e inclusiva a nivel internacional, contribuir a una transición energética justa, proteger la riqueza natural y promover soluciones basadas en la naturaleza. Los recursos deben invertirse con precisión -con precisión de relojero- y en los proyectos de mayor impacto. “Menos recursos de libre disposición y más inversión” debe ser la regla de oro para cumplir con los objetivos propuestos y poder pasar de la teoría a la práctica, lo que requiere un conocimiento profundo y las mejores experiencias.

Según cifras de CAF – Banco de Desarrollo de América Latina, la región requiere 110 mil millones para adaptarse al cambio climático, lo que requiere nuevos instrumentos y la movilización de recursos adicionales del sector privado.

Los números anteriores dejan en claro que, dados los desafíos de la acción climática y el desarrollo en América Latina, es necesaria una estrecha cooperación y coordinación entre las instituciones financieras. La complementariedad debería ser la norma.

Comentarios finales

El llamado es a la acción y mayor ambición climática ante la dinámica de degradación, extinción e intensidad de los fenómenos naturales provocada por el hombre. Esta es la lucha por la vida del planeta desde una perspectiva humanista que integra valores y ética, así como redefine la relación integral con la naturaleza.

Es necesario fortalecer los sistemas de gobernanza -global y regional-, la capacidad de respuesta de los Estados y empoderar a la ciudadanía en el diseño de soluciones. El liderazgo político está en juicio, al igual que nuestras democracias.

Al final del camino, debemos darnos cuenta de que la tierra es nuestro único hogar. Es un terreno fértil para la paz, la cooperación y el desarrollo. ¡Aquí no hay planeta B!

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