Las Fuerzas Armadas de Rusia reclutarán este año en torno a medio millón de militares más. El ministro de Defensa, Serguéi Shoigú, ha anunciado la creación de dos nuevos ejércitos de armas combinadas, 14 divisiones y 16 brigadas a lo largo de 2024 para proseguir en su invasión de Ucrania y militarizar sus fronteras con la OTAN. “Continuaremos mejorando la capacidad de combate y la fuerza numérica del ejército ruso en proporción a las amenazas a la seguridad del país que emergen”, ha advertido el general.
Moscú ha hecho este anuncio apenas unos días después de que el presidente Vladímir Putin se adjudicase una victoria supuestamente aplastante en unos comicios con toda la oposición amordazada, sin observadores independientes y denuncias de numerosas irregularidades. Uno de los temas que sus canales de propaganda eludieron mencionar durante toda la campaña electoral fue la posibilidad de acometer una nueva gran movilización militar año y medio después de la primera oleada de reclutamientos de otoño de 2022.
“¿Dónde conseguirán medio millón de efectivos militares? La única salida es la movilización”, ha enfatizado en su canal de Telegram Víktor Alksnis, un conocido militar soviético y exdiputado de la Duma Estatal. No obstante, el antiguo coronel asegura que esta iniciativa sería ilegal en el marco jurídico ruso: debido a que no se ha declarado la guerra formalmente a Ucrania —oficialmente es una operación militar especial desde febrero de 2022— y no se ha instaurado la ley marcial, el Kremlin reclutaría “para el servicio militar regular, no para participar en unas hostilidades”.
El Kremlin ha intentado evitar hasta ahora las movilizaciones forzosas debido a su impopularidad. Cuando varias plataformas de mujeres de soldados han demandado su vuelta a casa en protestas pacíficas, el Kremlin ha acallado con amenazas y arrestos de periodistas.
Para evitar recurrir a estos reclutamientos obligatorios, el Kremlin ofrece unos salarios muy generosos a los rusos que se alisten voluntariamente. El Ministerio de Defensa ruso paga 205.000 rublos al mes a los soldados rasos, más de 2.000 euros o el equivalente a entre cuatro y seis veces un sueldo normal en las provincias. A ello se suman unas indemnizaciones millonarias a las familias por morir o resultar herido en el frente. En esas regiones, lejos de Moscú, los cementerios están repletos de fallecidos en los barrizales de Ucrania.
Es difícil estimar la cifra de efectivos que compone cada unidad rusa. Sus fuerzas oscilan en un paraguas enorme de tropas. Según los estándares rusos, un ejército puede oscilar entre 200.000 y un millón de combatientes. Por debajo están los cuerpos (100.000 miembros), las divisiones (12.000 a 24.000 efectivos) y las brigadas (2.000 a 8.000 militares), aunque puede haber unidades en el frente que mantengan su estatus en los mapas, pero a la hora de la verdad hayan sufrido tantas bajas que no tengan capacidad real de combate.
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Las fuerzas armadas rusas reclutaron a medio millón de personas en 2023, según el vicepresidente del Consejo de Seguridad, Dmitri Medvédev. El diario ruso RBK publicó por su parte que en el ejército ruso sirvieron 640.000 efectivos el año pasado.
1,3 millones de combatientes
El alto mando ruso ha anunciado esta medida después de que Putin decretase en noviembre del año pasado un incremento del tope de personal militar de país en 170.000 efectivos más, hasta los 1,3 millones de combatientes. No obstante, este es solo un límite teórico que las tropas rusas no alcanzaban ni siquiera antes de la guerra de Ucrania —algunos expertos occidentales estimaban su fuerza real en unos 700.000 militares—. Gran parte de la nueva ola de reclutamiento solo sustituirá las bajas sufridas en dos años de guerra de desgaste.
La situación real de las tropas es una de las informaciones más valiosas de esta guerra y uno de los ejes de la propaganda en ambos lados. La inteligencia británica estimó a principios de febrero que Rusia ha perdido más de 350.000 efectivos, entre fallecidos y heridos, en su ofensiva sobre Ucrania, además de 2.600 carros de combate y 4.900 vehículos blindados. El presidente ucranio, Volodímir Zelenski, ha cifrado las bajas de Kiev y Moscú en 31.000 y 180.000 muertos, respectivamente, hasta febrero de este año. El Ministerio de Defensa ruso no informa de sus bajas desde septiembre de 2022. Ningunos de estos datos ha podido ser contrastado hasta ahora.
El alto mando ruso ha acometido unas profundas reformas en sus formaciones desde el fracaso de la invasión inicial de Ucrania. Estos cambios han sido forzados, por un lado, por las enormes pérdidas de sus unidades, que en algunos casos han quedado sin tropas para combatir de forma efectiva; y por otro, por la adaptación a la guerra moderna, un campo de batalla totalmente visible en el que agrupar grandes formaciones es una invitación a la artillería y los misiles enemigos.
No obstante, el ejército ruso no solo se prepara para la guerra en curso, sino también para el futuro, incluidas las chispas que brotan en la frontera con los países de la Alianza Atlántica. El ministro de Defensa ruso anunció el año pasado “unos cambios profundos” en sus fuerzas armadas de aquí a 2026. Entre otros, avanzó la formación de nuevas unidades en los territorios ocupados en Ucrania y la creación de dos nuevos distritos militares independientes en Moscú y Leningrado, la región que rodea a San Petersburgo y hace frontera con Finlandia.
Helsinki, neutral hasta ahora entre Rusia y la Alianza Atlántica, solicitó su adhesión inmediata a la OTAN tras ver que el Kremlin invadía Ucrania sin ningún casus belli. El propio Putin, que el año pasado envió armas nucleares a Bielorrusia, ha confirmado en una entrevista concedida el pasado 13 de marzo que el Kremlin desplegará también más soldados en su borde con el país nórdico.
“El incremento del número de efectivos de las Fuerzas Armadas de Rusia se debe al aumento de las amenazas sobre nuestro país asociadas a la ejecución de la operación militar especial (la invasión de Ucrania) y la expansión en curso de la OTAN”, ha manifestado Shoigú al anunciar sus nuevas unidades.
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